viernes, 4 de septiembre de 2009

Lenguaje 3º básico unidad 3 Alumno Juegos y aventuras


3° Básico

LENGUAJE y COMUNICACIÓN

Compartiendo

cuentos, juegos y

aventuras

Cuaderno de TrabajoAsesoría a la Escuela para la Implementación



Mi nombre es:

Mi curso es:

Mi escuela se llama:

Cuaderno de Trabajo

Tercer Año Básico

TERCERA UNIDAD

Compartiendo

cuentos, juegos

y aventuras

CLASE

1

Actividad 

Comenta con tu curso y con tu profesora o profesor.

• ¿Has leído cuentos sobre gigantes?

• ¿De qué crees que se tratará el cuento titulado El gigante egoísta?

• ¿Sabes lo que signifca ser generoso o, por el contrario, ser egoísta?

• ¿Conoces personas con alguna de esas características?

Actividad 

Escucha atentamente la lectura.

El gigante egoísta

Oscar Wilde

Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían

acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande

y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la

hierba brillaban bellas fores como estrellas, y había una docena

de duraznos que, en primavera, se cubrían de delicados capullos

rosados, y en otoño daban sabroso fruto.

Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan

deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para

escucharlos.

-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros. 

Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro

y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete

años, había dicho todo lo que tenía que decir y decidió volver a su

castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.

-¿Qué están haciendo aquí?- les gritó enojado. Y los niños

salieron corriendo.

-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo

entiendan, y no voy a permitir que nadie más que yo juegue en él.

Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel:

Era un gigante muy egoísta. Los pobres niños no tenían ahora

dónde jugar. Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera

estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.

Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus clases,

alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había

al otro lado.

-¡Qué felices éramos allí!- se decían unos a otros.

Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de fores

y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el

invierno.

Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no

había niños, y los árboles se olvidaron de forecer. Solo una bonita

for levantó su cabeza entre el pasto, pero cuando vio el cartel se

entristeció tanto pensando en los niños, que se dejó caer otra vez

en tierra y se echó a dormir. Los únicos felices eran la Nieve y el

Hielo.

-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban.

-Podremos vivir aquí durante todo el año.

La Nieve cubrió todo el jardín con su manto blanco y el Hielo

pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del

Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.

Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín,

derribando los techos y las chimeneas.

-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al

Granizo a visitarnos.

Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor

sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las

pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín

corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era

como el hielo. 

-No puedo comprender

cómo la primavera tarda

tanto en llegar- decía

el gigante egoísta, al

asomarse a la ventana y

ver su jardín blanco y frío.

-¡Espero que este tiempo

cambiará!


Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio

dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le

dio ninguno.

-Es demasiado egoísta- se dijo.

Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del

Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.

Una mañana el gigante oyó una música deliciosa. Sonaba tan

dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que

pasaba por allí. En realidad solo era un pajarito que cantaba ante su

ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su

jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces, el

Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de

rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana

abierta.

-Creo que, por fn, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y

saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio? 

• Ahora, continúa la lectura en silencio…

Vio un espectáculo maravilloso. Por un hueco abierto en el muro

los niños habían entrado en el jardín, habían subido a los árboles y

estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban

al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan

dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían

cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las

cabezas de los pequeños.

Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las

fores reían levantando sus cabezas sobre el pasto. Era una escena

encantadora. Solo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el

rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy

pequeño. Tan pequeño era, que no podía alcanzar las ramas del

árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El

pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del

Norte soplaba y rugía en torno a él.

-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo

como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del

gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.

-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la

primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño

sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque

de recreo de los niños para siempre.

Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho. Abrió

la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín. Pero los niños

quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo,

y en el jardín volvió a ser invierno.

Solo el niño pequeño no corrió, pues sus

ojos estaban tan llenos de lágrimas, que

no vio acercarse al gigante. Y el gigante

se deslizó por su espalda, lo tomó

cariñosamente en su mano y lo

colocó sobre el árbol. El árbol

foreció inmediatamente, los

pájaros fueron a cantar en él,

y el niño extendió sus bracitos,

rodeó con ellos el cuello del gigante

y lo besó.

Cuando los otros niños vieron

que el gigante ya no era malo,

volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.

-Desde ahora, este es el jardín de todos, queridos niños- dijo el

gigante, y tomando un hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía

pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando

con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían

visto.

Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a

despedirse del gigante.

-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que

subí al árbol?- preguntó el gigante.

-No sabemos -contestaron los niños- se ha marchado.

-Díganle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.

Pero los niños dijeron que no sabían dónde vivía y nunca antes 

lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.

Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y

jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño, que tanto quería el

gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con

todos los niños, pero echaba de menos a su primer amiguito y

siempre hablaba de él.

-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.

Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada

vez estaba más débil. Ya no podía jugar con los niños, solo se

entretenía mirando a los niños en su jardín.

-Tengo muchas fores hermosas- decía, pero los niños son las fores

más bellas.

Una mañana de invierno miró por la ventana, mientras se estaba

vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la

primavera adormecida y el reposo de las fores.

De pronto se frotó

los ojos y miró y remiró.

Verdaderamente era una

visión maravillosa. En el

más alejado rincón del

jardín había un árbol

completamente cubierto de

hermosos capullos blancos.

Sus ramas eran doradas,

frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño

al que tanto quiso. 0

El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al

jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó cerca del niño.

Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:

-¿Quién se atrevió a herirte?-, pues en las palmas de sus manos

se veían las señales de dos clavos, y las mismas señales se veían en

los piececitos.

-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para

que pueda coger mi espada y matarle.

-No, -replicó el niño-, pues estas son las heridas del amor.

-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió,

haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.

Y el niño sonrió al gigante y le dijo:

-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a

mi jardín, que es el Paraíso.

Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al

gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de capullos

blancos. 

Actividad 

Comenta con tu compañero o compañera:

• ¿Por qué creen que el gigante cambió de opinión y permitió que los

niños jugaran nuevamente en el jardín?


• ¿Por qué el gigante nunca más vio a su “primer amiguito”?

• Nombra algunas acciones del gigante que demuestren egoísmo y

otras que demuestren generosidad.

Actividad 

Contesta por escrito:

• Si te encontraras con el “Gigante egoísta”, ¿qué le preguntarías?

• Escribe dos preguntas. Recuerda usar los signos de interrogación y

mayúscula cuando corresponda.

1.


2. 

Actividad 

A continuación te presentamos una secuencia de acciones del cuento

que acabas de leer. Completa los recuadros dibujando o escribiendo,

según corresponda.

Todas las tardes, a la salida de la

escuela, los niños iban a jugar al

jardín del gigante.

Llegó la primavera, pero en el

jardín del gigante continuaba el

invierno.

El gigante tomó un hacha y

derribó el muro.

Actividad 

Reescribe la última escena del cuento

en la hoja que te entregará tu profesora

o profesor. Publiquen las hojas de todo

el curso en el Diario Mural o en los

muros de la sala.

Finalmente... 

H Tarea para la casa

Averigua las semejanzas y diferencias entre un “ogro” y un “gigante”.

Puedes consultar un diccionario, una enciclopedia, a un profesor o a un

familiar.

Semejanzas Diferencias

CLASE

2

Actividad 

Comenta y responde:

• Comenten la tarea acerca de las semejanzas y diferencias entre un

ogro y un gigante.

• ¿Recuerdas el cuento leído durante la clase anterior?

• ¿Qué juegos crees tú que realizaban los niños en el jardín del

Gigante?

• ¿Cuáles son tus juegos preferidos?

Lee el siguiente texto:

Mi jardín

Grupo Mazapán

Tengo yo en mi jardín

mil plantitas y un nogal,

el aroma de un jazmín

y los cantos de un zorzal.

De un árbol yo colgué

mi columpio de color café.

Todo el pasto ya regué,

mis chalitas ¡huy! me las mojé.

Tengo yo en mi jardín

mil plantitas y un nogal,

el aroma de un jazmín

y los cantos de un zorzal.

Mi papá pintó el portón,

se manchó entero el pantalón.

Mi mamá partió un melón,

lo comimos bajo el parrón.

Tengo yo en mi jardín

mil plantitas y un nogal,

el aroma de un jazmín

y los cantos de un zorzal.

Un nidito me encontré

sobre un árbol lo volví a poner.

La terraza ya limpié,

bajo el sauce luego descansé.

Tengo yo en mi jardín

mil plantitas y un nogal,

un hermoso resbalín

ven te invito yo a jugar.

• ¿Cómo sería para ti el jardín ideal para jugar?

Actividad 

Ahora que sabes que el Gigante, fnalmente, permitió a los niños jugar

en su jardín, elabora en grupo un afche para invitar a otros amigos y

amigas a jugar en su jardín.

Antes de crear su afche

• Piensen qué escribirán en el afche y qué dibujo incluirán en él.

• Recuerden que el afche debe llamar la atención y entusiasmar a los

niños para que visiten el jardín del Gigante.

• Decidan el tipo de papel que van a usar y los materiales que

necesitarán.

Anota aquí los acuerdos del grupo:

1.

2.

3.

4. 

Actividad 

Durante la creación del afche

Apoyándose en la planifcación del afche realizada en la actividad

anterior:

• Dibujen aquí un borrador o bosquejo de su afche, organizando los

elementos que usarán: recortes de revistas, dibujos y oraciones que

llamen la atención. 

• Una vez realizado el bosquejo, revisen la ortografía, la disposición de

los dibujos y el mensaje.

• Observen si la información que presenta su afche se comprende

bien.

• Revisen que el dibujo corresponda al mensaje que desean entregar

en el afche.

• Lean y revisen lo que escribieron, de acuerdo a esta pauta.



• Al leer tu texto del afche,

¿se comprende lo que

escribiste?

• ¿Te acordaste de usar

mayúsculas al inicio de la

oración y en los nombres

propios?

• ¿Usaste punto fnal cuando

correspondía?

• ¿Usaste la coma para separar

los elementos de alguna

enumeración?

• ¿Tienes dudas de cómo se

escriben algunas palabras?

Consulta con tu profesora.

• ¿Cuidaste de no repetir las

palabras usando sinónimos?

• ¿Qué quisieras cambiar

para que esté más claro el

mensaje de tu afche? 0

Actividad 

Ahora vamos a elaborar el afche defnitivo

Reescriban el borrador en una hoja grande, incorporando las

correcciones:

• Escriban con letra grande, clara y legible.

• Comprueben que lo escrito se entienda.

• Cuiden que el tamaño del dibujo o de las imágenes recortadas se

ajusten a las dimensiones del papel.

Actividad 

Un grupo compuesto por integrantes de los distintos equipos de

trabajo, escriben una carta formal al director o jefe técnico de la escuela

pidiendo autorización para exponer sus afches en algún lugar visible

del establecimiento.

Actividad 

Comparto mi afche

Cada grupo muestra y comenta ante sus compañeros, el afche

elaborado.

CLASE

3

Actividad 

• Recuerden los juegos preferidos que nombraron en la clase anterior.

• ¿Cuáles juegos son los más nombrados?

Actividad 

Adivina buen adivinador

• ¿Te gusta jugar a las adivinanzas?

• ¿Podrías decir qué es una adivinanza?

Para trabajar en grupo:

• Lean la tarjeta que recibieron.

• Resuelvan la adivinanza.

• Compártanla con los demás grupos del curso.

• Exhíbanla en el diario mural.

Actividad 

Elige dos adivinanzas del Diario Mural y cópialas aquí. Puedes agregar

un dibujo, si lo deseas.

Actividad 

Lee las siguientes adivinanzas:

Yo-yo me subo,

yo-yo me bajo;

si lo adivinas,

eres capo.

Oro no es,

plata no es;

abre las cortinas

y sabrás lo que es.

Mono y no está en la selva;

patín, pero no es un pato.

Tienes que decir qué es

antes de que cuente cuatro.

¿Qué pistas encontraste en las adivinanzas para resolverlas? Comenta y

escribe.

Actividad 

Ahora lee más adivinanzas…

Zumba que te zumbarás,

van y vienen sin descanso,

de for en for trajinando

y nuestra vida endulzando.

En lo alto teje,

en lo alto mora,

teje que teje

la tejedora.

¿Qué pistas encontraste en las adivinanzas para resolverlas?

Actividad 

Revisa y corrige la ortografía y la letra de tus adivinanzas. Elige una de

ellas y cópiala en una tarjeta de color que incorporarás a la “Bolsa mágica

de adivinanzas”.

las adivinanzas son juegos de ingenio,

escritos en forma poética. Si te fjas, están escritas en versos.

Invitan a pensar y encontrar la solución a través

de distintos caminos. A veces, la respuesta está

escrita en la misma adivinanza.

Actividad 

¡Invitación a crear adivinanzas!

Crea aquí tus adivinanzas, apoyándote en los ejemplos anteriores.

Recuerda que...

Actividad 

¡A jugar con la Bolsa mágica de adivinanzas!

H Tarea para la casa

Píde a un familiar que te cuente

otras adivinanzas. Copia alguna de ellas aquí.

CLASE

4

Compartan las adivinanzas que recopilaron en familia.

Actividad 

Lee y comenta el siguiente texto del escritor chileno Floridor Pérez.

• ¿Qué tipo de texto es el que acabas de leer? ¿Por qué?

• ¿Habías leído un texto parecido a este?

• Comenta con tus compañeras y compañeros.

Volantín de pueblo

.

Actividad 

Conversa con tus compañeros y compañeras.

• ¿Has encumbrado alguna vez volantines? Si es así, ¿qué sentiste?

• ¿Sabes qué materiales se necesitan para hacer un volantín?

¿Has construido alguna vez un volantín?

• ¿Has oído hablar del hilo curado?

• ¿Sabes por qué se elevan los volantines?

Actividad 

A propósito de volantines, ahora te invitamos a escuchar atentamente el

cuento El volantín amarillo, cuyo inicio leerá tu profesora o profesor:

El volantín amarillo

Jacqueline Balcells

(Adaptación)

Alfonso se moría por los volantines. Cuando llegaba septiembre

y el viento comenzaba a soplar, salía con todos los niños de su

barrio a encumbrar volantines al parque y su corazón saltaba de

alegría. Y cada año Alfonso se prometía a sí mismo que esta vez sí

que lo haría bien, pues para su desgracia siempre los volantines

se le rajaban mientras les ponía los tirantes o caían en picada a

poco de comenzar a elevarse o se rompían en los árboles o en los

cables del alumbrado. A veces también se le desprendía la cola y el

cometa se volvía loco haciendo piruetas, antes de estrellarse; otras,

se le cortaba el hilo o se le enredaba a tal punto, que su cañuela

se convertía en una ensalada de nudos ciegos. Como resultado, 

Alfonso, regresaba a su casa con las manos vacías y con mucha

pena.


Pero Alfonso nunca perdía el deseo de encumbrar un volantín

más arriba de los cables, los álamos y los volantines de los otros

niños.

El día que Alfonso cumplió diez años, sus abuelos llegaron a

verlo con un fantástico regalo: una carretilla con 500 metros del

hilo más sedoso y un gran volantín rojo, azul y blanco y con una

estrella como la bandera chilena. Fascinado, corrió de inmediato

donde su madre a pedirle un pedazo de género con el que hacer

una cola.

-Pobre volantín- se rió su hermano mayor-. Poco durará…

-Ni que fuera de hierro- se burló el otro hermano.



• ¡Ahora comprobaremos tus respuestas! ¡Sigamos leyendo…!

¿Qué imaginas

que va a pasar a

continuación?

Pero Alfonso, sin hacerles caso, pasó pacientemente el hilo de

la carretilla a una cañuela, colocó con cuidado los tirantes, amarró

con frmeza la cola y, riéndose solo, partió al parque. Allí muchos

niños estaban ya desde temprano encumbrando volantines de

todos los colores, que volaban alegremente en la brisa de la tarde.

Alfonso subió a una pequeña loma y desde allí se lanzó corriendo

cuesta abajo, tirando de su volantín y dándole al mismo tiempo

cada vez más hilo para que se encumbrara.

Corrió y corrió. Pero de repente se oyó un crujido y sintió un

tirón. Se dio vuelta y vio horrorizado que su gran volantín chileno

se había hecho pedazos en una mata de espinos.0

Alfonso no pudo contenerse y se puso a llorar, desconsolado.

¡Cómo se reirían sus hermanos! ¡Qué dirían sus abuelos! ¡Qué mala

suerte tenía! ¿Por qué, por qué le sucedía a él siempre lo mismo?

A unos pocos pasos de Alfonso, y sin que este lo hubiera visto,

estaba el niño de la esquina de su casa, mirándolo. Pero no era por

compasión que lo miraba. El niño acababa de perder su volantín,

con hilo y todo, y quería para él la estupenda cañuela llena de hilo

sedoso que Alfonso aún tenía en las manos. De pronto, el niño tomó

un palito del suelo, lo sostuvo con la mano izquierda y, estirando

la derecha hacia lo alto y juntando el pulgar y el índice, se puso a

mirar atentamente el cielo, mientras gritaba:

-Hey, Alfonso. ¿Qué te pasó?

Alfonso, sobresaltándose, secó apurado sus lágrimas y se volvió

hacia su vecino de calle, quien, muy serio, movía su mano derecha

en el aire, como si estuviera encumbrando un volantín.

-¿Qué te pasó? -repitió el niño a viva voz, sin dejar de mirar

hacia arriba.

-Rompí mi volantín en los espinos- contestó Alfonso con pena.

-¿Sabes? -le dijo el niño sin bajar la vista y sacudiendo más

vivamente el brazo -, yo estoy aburrido de encumbrar el mío... ¿No

querrás cambiármelo por tu cañuela?

-Pero... ¿dónde está tu volantín? ¡No veo el hilo! – exclamó

Alfonso, extrañado.

-El hilo es tan delgado que no se ve. Es uno especial que me

trajeron de Alemania -respondió el otro, displicente.

-¿Y cuál es el volantín? -preguntó Alfonso, con los ojos grandes

como platos.

-Ese -dijo el niño, señalando hacia el cielo, entre los muchos

volantines que se veían.

-¿Cuál? ¡No lo veo! ¿De qué color es?

-Es amarillo y está altísimo. Por eso cuesta verlo -afrmó el vecino,

muy serio.

-Alfonso miró hacia el cielo, hasta que le pareció ver un puntito

casi perdido en el espacio.

-¡Lo veo! -exclamó, maravillado-. ¡Es el más alto de todos!

Creyendo que había un hermoso volantín, entregó su cañuela

de hilo al vecino y el vecino le entregó a Alfonso el palito vacío.

-No te muevas de aquí. No se te vaya a cortar -fueron las últimas

palabras que pronunció el vecino, antes de desaparecer con la

cañuela.

Alfonso se quedó inmóvil,

moviendo despacio la mano

donde creía sostener el hilo

invisible. Pasó el tiempo,

el sol comenzó a ponerse

y todos los niños recogían

sus volantines para volver a

sus casas. Desaparecían así

del cielo los volantines. Pero

Alfonso seguía sin moverse,

concentrado en el suyo.

Algunos niños se detuvieron a su lado, asombrados al verlo

sacudir su mano derecha en el aire, sin hilo.

-Oye, Alfonso, ¿estás cazando moscas?

-Alfonso..., ¿te volviste loco?

Y se reían de él a carcajadas.

Pero Alfonso, con una sonrisa en los labios y los ojos fjos en

el cielo, hacía caso omiso de las burlas, que iban aumentando.

Finalmente, llegaron también sus hermanos que, muertos de

vergüenza, lo tomaron por los hombros, diciéndole:

-¿Estás loco? ¿No ves que no queda ni un volantín en el cielo?

¡Déjate de leseras y vamos!

-Déjenme..., ya voy..., ¡primero tengo que recogerlo! -contestó

Alfonso, con frmeza.

¡Estamos llegando al fnal del cuento...!

Escríbelo aquí:

¿Cómo crees

que terminará?

Continúa tú

la lectura del cuento

en silencio... El fnal, ¿será

como imaginaste?

Actividad 

Entonces, lentamente comenzó a recoger con todo cuidado el

invisible hilo de su volantín. Tan cuidadosamente hacía su tarea

y tan fjos tenía los ojos en el cielo que, poco a poco, los que lo

rodeaban callaron y comenzaron también a mirar hacia arriba. Y

uno por uno los niños, impresionados, pudieron ver cómo en lo

más alto del cielo aparecía un puntito amarillo que luego se iba

agrandando al acercarse. Todos se quedaron fríos de asombro,

pero ninguno tanto como el vecino que, escondido detrás de unos

matorrales, era el que más se había reído hasta el momento. El

corazón de Alfonso casi se le salió del pecho de felicidad cuando,

planeando por sobre los álamos del parque y los postes de la luz,

un gran volantín amarillo, de cola blanca, precioso como

nunca nadie había visto uno, llegó volando

suavemente y se posó entre sus manos.

Al silencio maravillado de los niños ante esta

aparición, siguió una explosión de alegría,

gritos y aplausos.

Alfonso tomó con mucho cuidado el enorme volantín, se metió

el palito desnudo en el bolsillo y se encaminó a su casa seguido

por sus hermanos, sus amigos y el vecino, que todavía no podía

cerrar la boca de tan turulato que estaba.

-Le pondré otro hilo, para asegurarme que no se va a cortar.

Este hilo alemán es muy delgado- declaró muy serio Alfonso

esa noche en su casa.

Y durante todo ese año, su volantín amarillo fue el rey del

parque. 

Actividad 

¿Te gustó el cuento?

En grupo o en pareja responde estas preguntas.

• ¿Crees que un volantín como el de Alfonso puede llegar más arriba

del sol? ¿Por qué?

• ¿Qué consejo darías a los niños que se reían de Alfonso?

• ¿Te gustaría darle otro título al cuento? ¿Cuál?

Recuerda

que el título nos dice

de qué se trata

el cuento.

Actividad 

• ¿Qué haces tú para comprender un texto cuando lees? Comenta con

tus compañeros y compañeras.

• ¿Qué crees que signifcan las palabras y expresiones destacadas en

las siguientes oraciones?

• 1. Un gran volantín amarillo planeaba sobre los álamos del parque.

Yo creo que signifca

El diccionario dice

• 2. Alfonso, con una sonrisa en los labios, hizo caso omiso de las

burlas.

Yo creo que signifca

El diccionario dice

• 3. El niño vio horrorizado que su gran volantín chileno se hizo

pedazos.

Yo creo que signifca

El diccionario dice

• 4. Alfonso nunca perdía el deseo de encumbrar un volantín.

Yo creo que signifca

El diccionario dice 

Intercambia el Cuaderno con tu compañero o compañera y revisen esta

actividad.

para comprender un texto, es necesario

saber lo que signifcan las palabras que contiene.

Actividad 

• ¿Qué haces cuando tienes un sueño o deseo muy grande?

• Alfonso escribió el siguiente poema para que sus abuelos le regalaran

un volantín.

Volantín

Mi deseo abuelitos,

es un bello volantín.

De papel y tirantes frmes,

para que vuele hasta Berlín.

Si me lo regalan,

volará por el jardín.

Y yo estaré orgulloso de mi bello y colorido volantín.

Recuerda qué...

Te invitamos a escribir aquí tu deseo:

H Tarea para la casa

• Averigua qué nombres reciben los volantines en otras ciudades

o países. Puedes ir a la biblioteca, buscar en un diccionario o una

enciclopedia, preguntarle a algún familiar o a una profesora o

profesor.

• Con la información encontrada, completa el siguiente cuadro:

Nombre País

Actividad 

¿Recuerdas qué es una adivinanza? Comenta en grupo.

¡Adivina, buen adivinador!

Para bailar

me pongo la capa

y para bailar me la vuelvo a quitar,

porque no puedo bailar con la capa

y sin la capa

no puedo

bailar.

CLASE

5

Si adivinaste,

sabrás de qué se tratará

el siguiente texto.0

Actividad 

Lee en silencio el siguiente texto.

Baila, baila, trompo de colores

El trompo es un juguete de madera con púa de metal y desde

esta punta se enrolla una lienza o cuerda. Después de haber

enrollado todo el hilo, el trompo es lanzado con fuerza y técnica

para hacerlo girar y girar. Mientras gira, los competidores pueden

hacer una serie de trucos.

Algunas variaciones del juego son la prueba del círculo dibujado

en el suelo. Uno de los participantes tiene que “tirarse” primero y

quedar girando dentro del círculo. La idea es que el resto intente

pegarle a ese trompo. Es sin número de competidores. Cuando el

trompo termina de girar, tiene que quedar fuera del círculo; uno

no lo puede sacar. Debe salir sólo con los golpes o choques de los 

otros. En ese momento puede empezar a participar. Si el trompo,

bailando, sale del círculo, se puede tomar con la mano, donde debe

seguir bailando. Luego se lanza sobre los otros trompos. El juego

no tiene fn.

El diseño del trompo también ha

variado. Al principio eran cónicos

(como un barquillo de helado).

Luego, empezaron a fabricarse con

otros estilos como el trompo “tagua”,

puntudos abajo y abiertos en la

parte superior (como la palmera

tagua que es de tallo corto, frondosa

y ancha en la parte superior). Hay

otros sin púa, que solo bailan en la

punta.

El juego tiene varios términos que pueden ir variando según el

lugar y la época. Pero podemos referirnos al trompo “sedita”, que

es el que se queda dormido en la mano o al “cucarro”, que emite un

ruido parecido al ronroneo de un gato; esto ocurre porque tiene la

púa chueca. 

El texto que leímos es:

Actividad 

Trabaja con tu compañero o compañera:

- Un poema

- Una noticia

- Un texto informativo

- Un cuento

¿Por qué?

• Revisen y comenten sus respuestas.

Actividad 

Lee los siguientes textos:

Cocadas deliciosas

Ingredientes:

- 2 paquetes de galletas de vino.

- 1 tarro de leche condensada.

- 2 paquetes de coco rallado.

Preparación:

1. Moler muy bien las galletas.

2. Agregar leche condensada y mezclar muy bien.

3. Formar bolitas con las manos.

4. Untar las bolitas con el coco rallado.

5. Enfriar en el refrigerador durante 30 minutos.

Móvil de animales

Materiales

• Papel lustre.

• Dos hojas de bloc.

• Perforador o tijeras.

• Lana o cuerda gruesa.

• Pegamento.

• Gancho de colgar ropa.


Elaboración

1. Marcar siluetas de animales en papel lustre.

2. Pegar en hojas de bloc.

3. Recortar las fguras.

4. Perforar la parte superior central de cada fgura.

5. Pasar lana o cuerda a cada fgura y amarrarla al gancho.

¡Confeccionemos títeres!

Materiales: Pasos a seguir:

• Calcetines 1. Dibujar caras de personajes en

• Cartulina los calcetines.

• Lana y género de colores 2. Marcar orejas, ojos, sombreros,

• Tijeras en la cartulina.

• Pegamento 3. Elaborar ropas con el género y la

• Témpera lana.

4. Recortar, pintar, pegar, armar y

¡listo!

Comenta con tus compañeros:

• ¿Qué tienen en común todos estos textos?

• ¿Podrías describir su estructura?



Actividad 

• Los textos anteriores se denominan textos instruccionales. ¿Por qué

crees que se llaman así?

• Ahora escribe tú un texto instruccional para hacer bailar un trompo.

Actividad 

Expongan en el Diario Mural todos los textos que crearon, léanlos y

disfrútenlos.

CLASE

6

• En esta clase recordaremos lo que hemos visto durante la unidad.

• Comenta con tus compañeros y compañeras por qué crees que es

importante que los niños jueguen.

Actividad 

Recuerda los juegos de lenguaje y escribe dos adivinanzas preferidas:

Actividad 

¿Cómo encontraste la solución de las adivinanzas? Comenta con tu curso

respecto de las pistas que te permitieron encontrar estas soluciones.

Escríbelas.

Cuando yo subo, tú bajas;

si tú subes, bajo yo.

A la misma altura nunca

podremos estar los dos.

Juegan en la cancha

más alto que bajos;

meten la pelota

adentro de los aros.

Tengo ruedas y pedales,

cadenas y un manubrio,

te ahorra gasolina,

aunque te haga transpirar.

Es un bonito juego:

tú te vas y yo me quedo;

cuento, cuento, cuento

y luego voy a tu encuentro.

Mono y no está en la selva,

patín, pero no es pato.

Tienes que decir qué es

antes de que cuente cuatro.

Actividad 

De acuerdo a los textos que leíste, escribe con tus palabras el signifcado

de las siguientes expresiones:

• “¡Qué egoísta he sido!”

• ”Los pájaros revoloteaban sobre el pasto”

• “ Alfonso era un niño que amaba encumbrar volantines. Pero siempre

los volantines se rajaban o se caían en picada” 

Actividad 

¡Tú haces las preguntas!

• ¿Recuerdas el cuento El volantín amarillo?

“Imagina que eras muy amigo de Alfonso,

y formabas parte del grupo de niños que miraban el cielo

y no veían ningún volantín”.

Prepara preguntas que quisieras hacerle a Alfonso.

1. ¿Por qué?

2. ¿Dónde?

1. ¿Cómo?

Actividad 

¡Aumentando el vocabulario!

Durante la unidad conocí nuevas palabras, como las siguientes:

Y las puedo usar en una oración 

Opina y escribe sobre los cuentos leídos:

• El cuento El gigante egoísta me pareció

• El cuento El volantín amarillo me pareció

Reescribe tus opiniones en una cartulina y colócalas en el Diario Mural.0

Actividad 

Elige uno de los cuentos leídos y completa el siguiente organizador

gráfco.

Título del cuento:

Personajes:

Acciones principales: (lo más

importante ocurrido en el cuento)

Características del lugar

donde se desarrolla el cuento:

Actividad 

Bitácora de Aprendizaje

• Lo que más me gustó de esta unidad fue:

• Lo que mejor aprendí fue:

• Las difcultades que tuve fueron:

• ¿Cómo resolví las difcultades que tuve?

• Me gustaría seguir aprendiendo más sobre:

LECTurAS CompLEmEnTAriAS

TEXTOS PARA LEER EN SILENCIO

Leer en silencio nos

permite soñar e imaginar

los detalles que la historia

nos va regalando.

¡Gol de Federico!

Cecilia Beuchat

Rápido, cada vez más rápido, Federico corría detrás de la

pelota.

Al conejo Federico le gustaba el fútbol más que todo en el

mundo. Podía jugar el día entero sin cansarse nunca.

-Federico, entra- llamó su mamá-. Debes vestirte

para el cumpleaños de tu hermana.

-¡Rayos! - exclamó Federico. Era lo último

que quería hacer.

-¡Mira cómo estás! - lo retó doña Coneja-.

Sube inmediatamente a tu cuarto y ponte

ropa limpia. Los invitados están por llegar.

Federico vio que su madre estaba poniendo

las velas en el pastel de cumpleaños de Liza. 

También había comprado un pastel de café.

“Comeré de ese pastel”, se dijo decidido.

Federico todavía estaba furioso por haber tenido que dejar su

juego favorito.

-Esta festa sería mucho más divertida si jugáramos al fútbol

en vez de cantar esas tontas canciones -reclamó-. Seguro que

jugaremos a esas estúpidas sillas musicales o le pondremos la

estúpida cola al estúpido burro.

Federico se demoró lo más que pudo en vestirse con ropa

limpia. Fue el último en llegar.

Después de que todos cantaron Feliz Cumpleaños, mamá

Coneja comenzó a repartir el pastel.

-Yo quiero pastel de café -dijo Federico.

-No, no comerás pastel de café -dijo mamá Coneja-. Es para los

grandes. El pastel de cumpleaños es para los niños.

-¡Pero yo no quiero pastel de cumpleaños! ¡Yo quiero pastel de

café! -gritó Federico, con una verdadera pataleta.

-¡No! -repitió su mamá.

Federico estaba tan enojado

que no se pudo contener.

Hizo entonces algo horrible.

-Si yo no puedo comer,

nadie comerá -dijo,

y ¡botó al suelo el pastel! 

¡Eso fue el acabose! Esta vez sí que Federico se había metido en

un tremendo lío.

-Federico, ¿cómo pudiste hacer eso? -exclamó mamá Coneja

espantada-. ¡Sube al altillo inmediatamente! ¡Más tarde me

ocuparé de ti!

Las mejillas de Federico ardían mientras subía las escaleras.

Pero realmente no le importaba. El altillo era el taller donde los

conejos decoraban los huevos de Pascua. Una habitación grande

y agradable, perfecta para jugar a la pelota.

De pronto, Federico oyó unos gritos estremecedores que

llegaban desde afuera. A lo lejos escuchó un canto aterrador.

¡Hop, hop, hop! Conejitos hop.

Somos tres zorros amigos

que a buscar hemos llegado

los más tiernos conejitos

para un delicioso asado.

¡Hop, hop, hop! Conejitos hop.

Federico miró por la ventana, y vio tres zorros grandes y

salvajes.

¡Ahora estaban todos en terribles problemas!

Abajo, conejos, conejas y conejitos lloraban y temblaban.

Cerraron las ventanas y echaron cerrojos a las puertas.

Luego todos bajaron al sótano, que era el lugar más seguro.



Y con tanto alboroto, nadie se acordó de Federico.

¡Rápido! Había que pensar en hacer algo. Federico tomó un

enorme canasto lleno de huevos y lo arrojó por la ventana.

En ese momento, los zorros llegaban corriendo dispuestos

al ataque. Pero tropezaron, cayeron y chocaron entre ellos en la

resbaladiza mazamorra de los huevos rotos.

Los salvajes animales no estaban preparados para esto.

Maltrechos y cubiertos de claras y yemas, miraron hacia arriba y

vieron a Federico, que reía a carcajadas en la ventana del altillo.

Murmuraron algo y desaparecieron entre los arbustos.

Pronto los tres zorros volvieron con una escalera muy larga.

Comenzaron a subir hacia la ventana del altillo.

Pero Federico estaba preparado. Había alineado todos los tarros

de pintura, destinados a los huevos de Pascua, y los fue arrojando

uno por uno sobre los zorros: primero el amarillo, luego el azul,

enseguida el violeta, y fnalmente un gran tarro de pintura color

rojo brillante.

Esto fue demasiado para los zorros. Furiosos volvieron a los

arbustos.

-¡Victoria!-, gritó Federico, pateando su pelota de fútbol a través

del cuarto.

Pero casi inmediatamente sintió unos fuertes golpes. Todo

comenzó a temblar en el altillo.

¿Qué estaba pasando ahora?

¡Los zorros habían regresado! Y trataban de entrar derribando

la puerta.

-¡Paf! ¡Paf! ¡Paf!

Sin asado no nos dejarán.

Federico necesitaba ayuda. Pensó en Brutus, el toro que estaba

en el galpón. ¡Pero el galpón estaba tan lejos!

“Solo tengo una posibilidad”, se dijo.

Federico puso su pelota de fútbol en el borde de la ventana.

Este sería el tiro más importante de su vida.

Federico le dio con todo.

La pelota salió disparada y desapareció por la

ventana abierta del galpón.

-¡Ja, ja, ja! ¡No nos dio! -rieron los zorros, dando

otro fuerte golpe a la puerta.

En el galpón, los animales dormían felices su

siesta cuando la pelota entró por la ventana.

Rebotó en la cola del gallo.

-¡Qui quiri qui! -cantó, mientras la pelota se desviaba hacia la

gallina.

-¡Coc – co – co – coc! - cacareó la gallina sorprendida, y puso

accidentalmente un huevo...

... que cayó sobre el cerdo e hizo chillar de risa a los cerditos.

Rieron con tantas ganas que volcaron el cubo de leche. La leche

empapó completamente al cabrito.

¡Sacudiéndose y tratando de secarse, el cabrito despertó a las

ovejas y las asustó tanto...

... que cayeron sobre la escalera, que tiró y desparramó los

fardos de pasto...



... que fueron a caer sobre...

... Brutus, el toro!

Brutus tenía un carácter terrible

y no le gustaba que interrumpieran su

siesta. Resoplando, rompió el corral,

echó abajo la puerta del galpón y salió.

Estaba tan furioso que nada podía

detenerlo.

¡Había solo una cosa que Brutus odiaba, más aun que el ser

molestado mientras dormía la siesta, y eso era el color rojo!

Y eso fue, ni más ni menos, lo que vio cuando irrumpió en el

patio...

... ¡tres zorros rojos como carros de bomberos!

Brutus galopó tras ellos y los hizo aullar y correr despavoridos.

Federico sabía que esta vez los zorros se habían ido para

siempre.

-¡Bien hecho, Brutus! -gritó desde la ventana-. ¡Lo logramos!

El peligro había pasado. Los conejos salieron del sótano.

Cuando descubrieron lo que Federico había hecho, lo aplaudieron

emocionados. Y todos felices celebraron no solamente el

cumpleaños de Liza, sino también su buena suerte.

Liza les dijo a todos:

-Federico será el mejor futbolista del mundo. Nadie más habría

podido disparar un tiro así.

Y después de comer pastel de cumpleaños, todos jugaron un

gran partido de fútbol.

Autopistas, castillos y mermelada

Cecilia Beuchat

En realidad, nadie me pudo decir cómo ocurrió, pero el

hecho es que esa noche, Tomás logró quedarse escondido en el

supermercado.

¡Por fn! Su sueño se veía realizado. Todo el gran local solo

para él. Agachadito, oculto en el hueco que dejaban dos estantes

con tarros de conservas, aguardó un rato. Habían apagado casi

todas las luces y solo se sentía el suave y monótono ruido de las

heladeras.

Entonces, ¿qué crees que hizo?

Se atrevió a salir.

Anduvo con cuidado, en la punta de los pies, avanzando poco

a poco; pero luego, de manera decidida, comenzó a recorrer el

lugar.



-Primero iré a la sección de los juguetes -se dijo y, en un dos por

tres, estuvo rodeado de autitos, camiones, pelotas y patines.

Qué rico era poder tocarlos todos sin que mamá dijera a cada

rato:

-¡Ya pues, Tomás! ¡Vamos! Todavía tengo mucho que hacer...

O como en otras ocasiones en que mamá decía seriamente:

-Tomás, no puedo comprarte este autito. No alcanza el dinero...

¡Sí! Ahora era fantástico. Todos los autitos del mundo para él...

rojos, verdes, amarillos; autos de carrera, de paseo y con acoplados.

También había helicópteros, camiones, tractores y aviones. Todos

para él solo.

Construyó una gran pista en medio del pasillo y colocó los

autos en fla. Después los hizo correr y virar uno por uno. ¡Era tan

entretenido! ¡Lo estaba pasando tan bien! Jugó un buen rato, pero

entonces sintió hambre y decidió ir donde estaban los helados, al

fondo del pasillo.

0

Iluminada por una pequeña ampolleta apareció ante él una

heladera enorme. Estaba repleta. Allí estaban los helados de

agua con lindos colores y los de chocolate con crema. ¡Ah! Y

los de manjar y coco rallado; y también los de chirimoya con

naranja. Había además cajas con helados de tres colores, de

esos que compraba mamá para Navidad y Año Nuevo; y muchas

tortas heladas y rollos de almendrado. Tomás no sabía por dónde

empezar. Probó un helado de cerezas y mordisqueó uno de piña.

Tomó un vasito de helado de dos sabores y terminó con uno

bañado de chocolate. ¡Qué ricos estaban! Su estómago llegaba

a estar frío de tanto comer...

“Ahora iré donde están los lápices y los cuadernos”, pensó,

pero en ese momento vio un montón de paquetes con pan.

“Sacaré uno y lo llenaré con salame y pepinillos; le pondré

mayonesa y, si encuentro, un poco de salsa de tomates.”

Y así lo hizo, ¿te lo puedes imaginar? Resultó algo muy grande

y Tomás, al comérselo, quedó bastante embadurnado.

Entonces sintió sed y al pasar por donde estaban las bebidas,

abrió tres de las chiquitas con naranjada y se las bebió enteras.

En ese momento, recordó que aún no había ido a ver los bloques

de construcción, aquellos que venían en cajas de colores y que,

según decían mamá y papá, eran tan caros.

No le costó nada encontrarlos. Allí estaban de distintos

tamaños y modelos, una encima de otra. ¿Y sabes cuál eligió?

Pues, la del castillo, esa que trae un montón de piezas para 

construir y en la que además vienen caballitos y soldados, carros

y cañones. Tomás construyó un hermoso castillo con un puente

levadizo, grandes portones y un muro alrededor.

Después de jugar un rato,

decidió recorrer una vez más

los pasillos, mirando hacia

todos lados.

Estaba la sección dulces

y chocolates. Más allá, en

ordenadas torres, la leche

condensada, la crema y el

chocolate en polvo. También

había paquetes y paquetes de

cereales azucarados, tarros de

miel de palma para comer con

plátano y budines y fanes, de

esos que traían láminas para

coleccionar.

Pero, en realidad, a Tomás ya no le atraía tanto permanecer

en el supermercado. Se sentó en el suelo, apoyó la cabeza en una

repisa, miró hacia el techo y a través de los vidrios pudo ver algunas

estrellas. ¿Qué estaría haciendo su mamá? ¿Lo estaría buscando?

-¡Qué ganas de estar en mi casa! -suspiró.

Su barriga le dolía cada vez más y el pensar en comer le daba

mareo. No, ya no quería nada más, ni autopistas, ni castillos, 

ni mermelada. Quería estar cerca de su mamá. Estar en casa y

escuchar cuando papá llegaba, abría la puerta y decía:

-¡Hola a todo el mundo!

Cómo deseaba Tomás estar acostado en su cama y que la

mamá le diera agua de manzanilla enfriada en el platillo... ¿Y ahora

qué pasaría? Si lo encontraban, seguramente lo castigarían. Mamá

tendría que pagar todo lo que él había comido... ¡Qué miedo! ¿Qué

podría hacer?

Poco a poco, las estrellas se fueron apagando. Se había quedado

dormido, y su cabeza, al inclinarse sobre la repisa, casi, casi, hizo

caer los frascos con mermelada.

Pasó media hora. De pronto, unos golpes fuertes lo

sobresaltaron. Rápidamente se levantó y se escondió tras unas

cajas de cartón.

Escuchó de dónde venía el ruido y distinguió una voz de hombre

que decía:

-No he visto nada, pero es mejor que nos aseguremos. Hace un

rato, yo sentí algo, pero pensé que podría ser un gato...

Tomás, asustado, casi sin respirar, sintió que su corazón latía

más fuerte que nunca y que el nudo en el estómago le apretaba

cada vez más.

Las luces del supermercado se fueron encendiendo, una tras

otra. El niño vio a un señor con uniforme azul y a su lado... ¡estaba

su mamá!

Ella decía entre sollozos:



-¡Sí, tiene que estar! Lo he buscado por todas partes, solo me

falta aquí... Por favor, revisemos el local.

Y entonces su mamá lo descubrió, escondido detrás de las

bolsas de pañales desechables, embetunado con salsa de tomate

y helado; hasta las orejas las tenía con comida...

Tomás no pudo decir nada. Se le olvidó el susto, el sueño, el

dolor de estómago y corrió donde su mamá. Ella lo abrazó muy

fuerte y él, entre lágrimas, apoyado en su hombro, volvió a ver

en uno de los pasillos la autopista con todos los autitos. Se veían

hermosos en una larga fla de colores. Más allá, al fondo, se alzaba

el castillo... Pero, en realidad, ahora ya no le interesaban. 

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